Los malos líderes no son solo una tortura para los empleados de una organización. Los jefes con problemas de gestión y abuso de poder pueden terminar ocasionando demandas de acoso, insatisfacción laboral, angustia psicológica y depresión, creando un mal clima laboral  y mala reputación para la empresa. Un jefe con una personalidad tóxica causa los mayores problemas de clima y rotación de empleados en las compañías.  Las encuestas de retiro realizadas en algunas empresas evidencian que la mayoría de colaboradores que toman la decisión de renunciar a sus empleos lo hacen motivados por un mal liderazgo.

Es muy fácil ser un mal jefe y existen muchos comportamientos que ocasionan un mal liderazgo, pero uno de los que más afectan a la población laboral es el de la agresión pasiva. Los jefes que utilizan este tipo de agresión para manipular a sus colaboradores tienden a limitar el acceso a la información necesaria o son excesivamente controladores. Otros generan ambientes donde enfrentan a los empleados entre sí.

Cuando nos topemos con un mal jefe, es importante anteponer la propia salud emocional y psicológica ante cualquier otra cosa. Algunos aspectos que se deben cuidar y tener en cuenta son:

 

Entender los estados de ánimo. Los seres humanos nos movemos en un mar de emociones que van desde las positivas e inspiradoras, pasando por las neutrales hasta llegar a las más negativas y perturbadoras. Tanto empleados como jefes tienen buenos y malos momentos que los llevan a entrar en este mundo emocional. Cada quien tiene su propio tormento, así que si el jefe es un cretino, posiblemente también tiene algo o alguien que le amarga su propia existencia.

Aclarar expectativas y propiciar conversaciones. En lugar de ponerse en una posición de víctima se debe tomar el control de la situación mediante el establecimiento de parámetros y la clarificar las expectativas de ambas partes. La conversación abierta y constructiva es fundamental para lograr mejores relaciones.

Evitar convertirse en un reflejo. En algunas ocasiones los empleados tratan de imitar la imagen del jefe y actuar de la misma forma como una actitud defensiva, esto solo refuerza el comportamiento y lo legitima.   Es probable que la persona vaya en contravía de sus propios valores al comportarse de una forma que claramente no es la que quisiera proyectar. Adoptar una actitud compasiva en lugar de enfadarse con ellos y evitar convertirse en una imagen del villano.

Encarar la situación con respeto. Enfrentar a un jefe tiene múltiples riesgos. Si bien puede parecer desequilibrado, hacer una retroalimentación amorosa y contundente es  un esfuerzo adicional para que su jefe se sienta seguro con la relación puede tener beneficios a largo plazo.

Es complejo tener que manejar el comportamiento inmaduro de la persona que gana más dinero que usted, que en algunos casos sabe menos que usted y por sobre todo tiene una influencia inmerecida sobre su futuro. Debe evaluar si el trabajo y la compañía tiene tantos beneficios para la carrera profesional que justifique estar dispuesto a asumir los costos emocionales y personales de gestionar a un mal jefe. Los malos jefes perduran y pululan en las empresas. Puede ser mejor vivir tranquilo y tomar decisiones a mantenerse al límite queriendo matar al que consideras tu verdugo.

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Imagen tomada de Pixabay.com

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