Los seres humanos tenemos la capacidad de crear, innovar y cumplir objetivos y sueños personales; pero esto solo se logra en la medida que cada individuo invierte tiempo, energía y entusiasmo al trabajo personal. El desarrollo del potencial humano es la forma de mejorar el mundo; al convertirse cada persona en la mejor versión de sí mismo, el entorno que lo rodea cambia y con cada cambio positivo el mundo será un mejor lugar para vivir. Quienes toman el control de su vida y se aplican a trabajar en el mejoramiento personal y profesional de una forma deliberada y planeada, llegan a ser personas más creativas y felices, logrando mayor calidad de vida y promoviendo cambios sociales positivos en base al mejoramiento de las relaciones humanas, porque al trabajar para desarrollar el máximo potencial cada individuo genera un impacto positivo en la sociedad y con su ejemplo inspiran a otros a invertir tiempo en su propio potencial, creando una espiral de mejoramiento que propicia un cambio social positivo.

En la década de 1960 surgió un movimiento social e intelectual, que impulsaba el desarrollo del potencial humano, considerando que la mayoría de las personas tenían un talento interior desaprovechado; este movimiento tiene sus orígenes en el humanismo y el existencialismo, originando la psicología humanista también denominada “tercera fuerza”.  Esta teoría tiene como base conocer la mente consciente y sub-consciente y como práctica terapéutica busca llenar la mente de pensamientos positivos, crear experiencias positivas e inducir a acciones positivas esperando que de esta forma se generen resultados positivos.

 

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